Bitácora del Capitán. En Quintero, domingo 5 de noviembre, 2023.
El zarpe de Valdivia estuvo cargado de emociones y fue la más linda largada a la travesía que nos podríamos haber imaginado.
Apenas iniciada la navegación Valdivia-Quintero nos organizamos para la navegación nocturna. Era de mi interés alejarme de costa objeto encontrar vientos más estables del SW. Sin embargo, a unas diez millas de costa decayó o amainó el viento, a la vez que se comenzó a formar una ola oceánica que partió en dos metros de altura y terminó literalmente persiguiéndonos con una altura de cuatro metros. El viento no nos daba el andar necesario para mantener el rumbo estable, de manera que decidí usar el motor y navegar con algo de la genoa (vela de proa) en espera de mejores condiciones.
El cálculo del tiempo que requeriríamos para alcanzar Quintero a la hora convenida acusaba que necesitábamos más velocidad, de manera que mi deseo de navegar solo a vela tuvo que ser desechado. Algunas millas al sur de isla Mocha, isla que veíamos a la distancia por la amura de estribor (hacia adelante abierta a la derecha), pusimos full avante y comenzamos a surfear una ola de cuatro a cinco metros.
La Isla Mocha está situada frente a las costas de la provincia de Arauco en la Región del Biobío, Chile, a 34,3 kilómetros de Tirúa.
La isla tiene una superficie de 48 km cuadrados y una población de unos 300 habitantes.
La pasada por isla Mocha estuvo marcada por el gran movimiento de pesqueros en la zona. Tuvimos la cautela de esquivar espineles que colgaban de unas pequeñas boyas que no siempre se ven claramente y, el cuidado de no acercarnos mucho a ellos, que se encontraban en maniobra de pesca.
Petrel gigante sub Antártico
Este petrel tiene bien puesto su nombre de gigante, pues alcanza los 88-94 cm de largo con una envergadura de alas de 195-200 cm, asemejándose mucho al albatros, del cual se diferencian por el tubo que posee en el pico, propio de las aves de la familia Procellariidae. Llega a pesar 4.5 kilos.
Felipe Araya, nuestro tripulante, documentalista experto en aves, se dedicó con ahínco y vocación
admirable a ilustrarnos en aves de la zona pelágica. Pudimos admirar la belleza del vuelo del Albatros Real, identificar distintos tipos de Petreles y otras aves maravillosas de nuestro mar. Nos encontramos durante nuestra navegación con varios pequeños grupos de lobos marinos que flotaban semidormidos con sus aletas levantadas, probablemente recogiendo el agradable calorcito del sol.
Hasta el tercer día nadie comió, sólo picamos alimentos tales como barras energéticas, chocolates y quequitos que llevábamos. Ese día en la mañana, con isla Mocha a la vista, aproveché un día más templado y la mejoría de las condiciones, tanto de mar como del estado de ánimo de los tripulantes, para preparar un rico desayuno con “travesuras de gallo” o huevos revueltos (nota: Antes de irrumpir con los huevos pregunté a nuestro experto en aves si tenía algún tipo de objeción de conciencia con el consumo de huevos. Si la había no importó, el hambre era la suficiente). Deben saber ustedes que para cocinar a bordo son necesarias ciertas destrezas que se desarrollan con la práctica. En ese momento el único que contaba con dichas
destrezas y conocimiento de la ubicación de los insumos era el Capitán. El desayuno tuvo un gran efecto revitalizador e hizo que se retomaran las alegres conversaciones que cada cierto tiempo Felipe interrumpía con el anuncio a viva voz del avistamiento de un ave especial, mientras entusiasmado apuntaba con el dedo a un lugar entre las olas…. ¡un petrel de Nueva Zelanda!.
La pasada por Valparaíso fue en la madrugada del domingo 8. Me tocó a mí navegar a la cuadra de Playa Ancha, frente a la Escuela Naval, mi alma mater, donde hace muchos años atrás declaré mi amor eterno al mar y juré solemnemente servir a mi país. Debo confesar que la expresión “mi amor eterno al mar” ha tenido varios períodos de digamos, “suspensión temporal” a lo largo de mi vida, todas las veces que he estado mareado como piojo, de la otra, jamás he tenido la más mínima duda.
La recalada a Quintero fue a la hora programada, 0830 del domingo 8. Nos esperaba una embarcación menor de ASIMAR S.A. empresa auspiciadora y nuestros anfitriones en Quintero, que nos condujo temporalmente al muelle y posteriormente a una boya de amarre en el Club de Yates Quintero.
De esta manera, quedaba atrás una interesante y grata navegación que, así como la vida, tuvo buenos y no tan buenos momentos. Al recalar, dejaron el Beau Geste Marcos Coronado y Felipe Araya. Gracias muchachos por su tremendo aporte y enseñanzas dejadas a bordo.
Feliz Año Nuevo 2024 querido Raúl, qué siga con gran éxito tu gran travesía. Un n abrazo
Maravilloso😉 ,mucho éxito en su travesía!