Bitácora del Capitán. En la mar, viernes 1 de diciembre, 2023.
La navegación luego del zarpe de Quintero fue pesada. A un primer día relativamente relajado, siguió una noche de tensión con condiciones de mar y viento bastante desafiantes. Vientos de 25 a 30 nudos por la cuadra combinado con marejada, unas olas oceánicas caóticas que se presentaban del SW y del SE. Estas condiciones se extendieron por todo el día y la segunda noche.
Llevamos un piloto automático de viento, artefacto muy apreciado y hasta venerado abordo de los veleros que cuentan con él y que deben navegar grandes distancias. Es tan valorado que se les suele poner un nombre, el del Beau Geste es “Capitán Nemo”. La razón detrás de tanto amor es que libera a la tripulación de tener que estar gobernando o “manejando” permanentemente la embarcación y de esa forma, dedicar más tiempo a la contemplación y desarrollo espiritual de los tripulantes. Basta con fijar un ángulo respecto del viento y este aparato lo mantiene. Cualquier variación del viento requerirá de una corrección para mantener el rumbo, pero en altamar esto se puede hacer sin la prolijidad y sentido de urgencia que requeriría navegando cerca de costa.
Bueno, en la mitad de la noche y en medio de este temporal, la tuerca que sostiene la veleta del piloto se rompió y esta, la veleta, quedó milagrosamente colgando… estuvimos a punto de perderla. Esto requirió de una reparación nocturna, con mucho movimiento y con medio cuerpo asomado por la popa, usando herramientas para sacar pernos, golillas y tuercas que, en circunstancias como esa, tienen la pavorosa tendencia a resbalarse de las manos y desaparecer por la borda, normalmente después de dar dos o tres rebotes de manera de extender la angustia. Luego de varias contorsiones y una buena dosis de ingenio, quedó muy bien reparada y nuestro “Capitán Nemo” pudo seguir haciendo su pega, ahora sí, con un cabito de seguridad en la veleta.
Luego de este temporal, seguimos con mejores condiciones, lo que nos permitió ordenar, comer y descansar apropiadamente. Me estaba habituando al ritmo de la navegación, proceso que suele tomar entre dos a tres días. A algunos les toma toda la navegación y otros pocos… nunca lo hacen.
Lamentablemente, esta vez no pudimos ver las islas San Félix y San Ambrosio, ya que pasamos a unas 60 millas al weste de ellas. Estas islas de origen volcánico forman parte de un sistema submarino, también integrado por Rapa Nui, Motu Motiro Hiva (Salas Y Gómez), Robinson Crusoe y Alexander Selkirk, junto con varias elevaciones submarinas que no alcanzan a aflorar como estas islas.
Teníamos cierta premura para llegar a Rapa Nui con el fin de participar en el festival de “Taputapuatea”, razón por la que debimos aprovechar las condiciones y derrota que nos llevaran lo más rápido posible a la isla. La otra condición, navegando exclusivamente a vela. Esto no es tan simple, ya que estas condiciones hay que buscarlas y elegir la derrota o track, de manera de aprovecharlas al máximo para llegar a destino.
Los días se sucedieron sin mayores novedades. Me llama la atención que no tuvimos avistamientos de cetáceos, solo algunas pocas aves, que mi amigo Felipe Araya nos enseñó a identificar en la etapa previa entre Valdivia y Quintero. Quizás tenga que ver con la distancia a la que navegamos de las Islas San Félix y San Ambrosio.
Lo que nunca deja de impresionarme es el color de nuestro océano, a doscientas millas de la costa se torna de un azul prístino, que contrasta con la espuma muy blanca de las crestas de las olas. El celeste del cielo completa una muy especial combinación de colores en el horizonte, que siempre me evoca recuerdos hermosos y me produce la hermosa sensación de estar en el lugar correcto.
Fue en este tramo que Alfredo Silva me informa que no quiere seguir en la navegación. Acostumbrado a salir a la montaña o a hacer sus cosas por períodos más cortos y regresar a casa, el desafío de estar lejos y aislado significa una presión muy fuerte para algunos.
¡De todas formas quiero agradecer la valiosa contribución de Alfredo al proyecto y reconocer el temple que siempre mostró abordo para ayudar y dar batalla, pese a estar mareado... muy bien, un verdadero guerrero!
BZ por esta primera patita.